Todos juntos en este incierto viaje, hacia un destino común: la última estación.
Una estación desconocida para todos, una incógnita...
En este hermoso viaje para algunos y desagradable para otros, nuestras vivencias aumentan día a día, nos
hacen más sensibles o nos endurecen día a día.
Estación tras estación, se suceden diariamente, y pasamos del amor al desamor, de la esperanza a la
desesperanza, del apego al abandono, de la alegría a la tristeza...
O tal vez nuestras estaciones se suceden en orden diferente, pero una tras otra forman
parte de nuestras vidas.
Cada estación tiene un mensaje, una enseñanza. Nos encontramos con rostros
conocidos en este tren, o con otros que nunca vimos antes pero que aparecen, por
algo, en nuestras vidas.
Al iniciar el viaje nuestra maleta no nos pesa tanto, pero minuto a minuto se
llena de recuerdos, de pasiones, de momentos...
Tratemos de no ser rígidos en el recorrido, tratemos de desviarnos cuando
nuestro espíritu así lo quiere, tratemos de descansar cuando el cansancio ya no
nos permita disfrutar ni gozar...
La meta final nos espera a todos por igual, está en nosotros disfrutar de este
viaje y llevarnos en la maleta lo más lindo, lo más profundo, y todo aquello que
hace que un simple paseo se convierta en un viaje inolvidable.
El viaje puede ser importante, pero el contenido de nuestra maleta es el que nos
permitirá seguir de pie ante las adversidades, ante los contratiempos.
Por eso no dudemos en guardar en ella los mejores recuerdos, las más hermosas
pasiones, los más grandes amores y sobre todo: los instantes en que fuimos muy,
pero muy felices...
Sólo abriendo esa maleta, a medida que se acerque la última estación, podremos
afirmar que valía la pena este viaje.
Todos los días debiéramos preocuparnos por escuchar buena música, leer hermosos
poemas, extasiarnos en lindas pinturas y hablar palabras razonables.
Johann Wolfgang von Goethe
Un Abrazo y que Dios derrame sobre ti, muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y
mucha Prosperidad; Sofy R. M. de M.